La reconocida revista inglesa The Economist dedicó un editorial a Chile con un llamado especial a rechazar la nueva Constitución redactada por la Convención. Asegura que la propuesta constitucional «es un desastre fiscalmente irresponsable y excesivamente progresista»
Aunque el medio inglés reconoce que “la antigua Constitución chilena no es perfecta» admite que la Carta Magna vigente «ha sido un éxito latinoamericano, ya que el PIB por persona se ha triplicado desde 1990 y la pobreza ha disminuido».
En su artículo titulado Los votantes deberían rechazar el nuevo borrador constitucional de Chile, The Economist catalogó el texto como un “magno error” destacando algunos aspectos: “omite algunas de las peores ideas ventiladas en la asamblea, dominada por los izquierdistas. Entre ellas, la nacionalización de los recursos y la supresión de la Cámara Alta”.
La publicación dice que el borrador “es un embrollo confuso, lleno de un lenguaje impreciso que garantiza más o menos décadas de disputas sobre lo que realmente significa”.
Agrega que “la ‘naturaleza’ tendría derechos y que menciona la palabra ‘género’ se menciona39 veces. Dice: «Las sentencias judiciales, la policía y el sistema nacional de salud tendrán que funcionar con una ‘perspectiva de género’, que no define”.
Asimismo, los autores del artículo advirtieron que “el documento es mucho menos favorable a las empresas o al crecimiento, que la Constitución actual».
«Da a los sindicatos el derecho exclusivo a representar a los trabajadores, les garantiza la participación en la toma de decisiones de las empresas y les permite hacer huelga por cualquier motivo”, dice el artículo.
Asimismo señala que “el proyecto crea un portafolio de derechos socioeconómicos que podría disparar el presupuesto» y «exige la creación de varios organismos nuevos, como un Servicio Nacional de Salud y un sistema de atención desde la cuna hasta la tumba, sin pensar demasiado en cómo se financiarían”.
Finalmente, la publicación inglesa hace un tajante llamado: “En lugar de desechar la vieja Constitución, los chilenos deberían desechar la nueva. Cuando el proyecto se someta a referéndum en septiembre, deberían rechazarlo. La Constitución actual se mantendría, y el Congreso mantendría el poder de revisarla gradualmente, por ejemplo, para facilitar la construcción de un fuerte Estado de bienestar. Este enfoque puede sonar poco inspirador para quienes salieron a las calles en 2019 y 2020. Pero a largo plazo es mucho más probable que haga que Chile sea próspero y gobernable”.